HORRORES, CRUELDADES,... ESCLAVITUD ENTRE PERGAMINOS
"Los libros son seductores legados, placentero e intuitivos. Quizá sorprenda, aterre o escandalice lo oculto en tan sórdidos templos de conocimiento y esplendor en los secretos de sus caligrafías. Sus férreos muros fueron cómplices de abusos de poder, hechizos, tiranías y miedos, ... fraguados en nombre de su creador".

En el principio de los tiempos los nómadas prescindieron de la escritura, ofuscados solo en alimentarse y protegerse de sus múltiples enemigos climáticos o cuales fueren los depredadores. Sus desvelos eran transmitidos mediante reseñas o esculpidos en rocas (Figura 1), hojas u otros materiales a su alcance[1]. La especie humana decidió hacerse sedentaria, surgió la convivencia. La sociedad se hizo compleja y metódica, imperaba la necesidad de registrar hechos con precisión superior a su memoria.

Aparecen los escribas, ilustres personajes venerados, casi mitológicos. En Sumeria (Figura 2) fue un noble oficio aquella extraña y cautivadora simbología cuneiforme, transmitida generacionalmente. El escribano egipcio era considerado guardián del jeroglífico (Figura 3) e inmortalizado en piedra fue por ello.

La aparición del alfabeto transformó la escritura. Los griegos adaptaron el alfabeto fenicio, compusieron su fácil sistema de "entendimiento" que hicieron público, desvinculado de matices sagrados. En Roma el ciudadano era capaz de leer y escribir (Figura 4), la actividad del copista era artesanal, carente de remuneración. En la oscura Edad Media, época de aislamiento y analfabetismo, sus escrituras quedaron enclaustradas y cautivas en monasterios. Aquellos religiosos, analfabetos en su mayoría, copiaban sin entender la observación de S. Benito. Expandieron un saber e intelecto del cual ellos adolecían[2].

Husmeemos en una oculta biblioteca de abadía:
"... de ente la oscuridad aquel extraño me instó a imitarle. El enjuto fraile, frio y temeroso, me condujo a un recóndito scriptorium (Figura 5), impregnado de una hipnótica y confusa trama de olores y colores a incunables o desusadas mezclas en el oficio del pendolario. Legados de antiguos sabios aguardaban su reencarnación monacal.

Infelices monjes (Figura 6), mal encarados y deformes, ocupaban sus vidas en crear manuscritos o simples clones de otros agonizantes por excesivo desgaste en su haber. Aquel aburrido quehacer, de sutil precisión, donde obraban, tenazmente, sus frailes sumidos en un claustro de susurro gregoriano. A veces, exasperados, dejaban huellas en los márgenes de sus escritos, letras diminutas que imploraban clemencia a su Dios o quizá mensajes a eruditos y clementes lectores, exponiendo su trágica y aburrida situación.

Desde un solemne estrado, el desaliñado lector, huesudo, de pelo enmarañado y descolorida piel, aclaraba su voz y exigía compostura ante la orden de lectura del inflexible magister.
Unos pergamineros transformaban aquellas sucias pieles de carnero en sabias y elegantes páginas de sabiduría, tras macerar malolientes cueros noches enteras sumergidos en agresiva cal viva; después, procedían a su tensado y pulido con rudas piedras volcánicas, hasta sangrar sus dedos. Acomodadas y alternas eran dispuestas como hojas dobles, una cara era piel otra su pelo, como obliga la noble tradición monástica.
Distintos copistas delimitaban el adecuado tamaño al pergamino, perforarán sus hojas creando guías de precisión, que animarán sus campos con textos e ilustraciones. Sus escritos eran esmerados, a dos columnas, para relajar la atención y subir la curiosidad del arrogante lector. Escribían con cálamos de plumas de ganso en su ajustada dureza, adecuados en su filo y suaves en un agradable desliz.

Los iluminadores (Figura 7) responderían de alegres ilustraciones y miniaturas, (entonces miniaturistas) con tintas de colores minerales. Copiaban antiguos códices o se aventurarán a improvisaciones, según la finura y sesera de aquel religioso[3].
Los encuadernadores preparaban el códex, cosían sus pliegos. Cerrados y reforzados además con tapas de madera, aplicaban a ellos un lomo de piel. Aquel códice miniado quedaba a su suerte, a inclemencias o desagravios mundanos en el devenir de los petulantes siglos."
Sepan los muchos secretos que esconden la dramática elaboración de aquellos exuberantes y valiosos manuscritos:
"Orare et laborare" ilustrará el misal de aquella obstinada obediencia monacal. Los más capaces de entre los frailes pasarán sus horas en manso y áfono ambiente de biblioteca o scriptorium, cuyo resguardo ante el cielo serán simples y húmedas bóvedas. Lamentaban sus monjes, crispados en pensamiento, que toda estación del año era destructiva en su comportamiento. Sentados, sobre sus piernas o en pupitres carentes de respaldos, soportarán cornuas[4] de tintas rojas y negras. Faenarán incansables hasta desaparecer los últimos destellos de luz, alargando la interminable jornada si el quehacer precisa de una inmediata entrega[5].
Al analfabeto lo despreciará el oficio, quien por allí pasó, hablará de labor ímproba que aseguraban, -le robará con el paso de los años la luz a tus ojos, te encorvará el dorso, triturará tu vientre y costillas, dará dolor a tus riñones hasta engendrar fastidio y entonces una infame deformidad será evidente-.
Tú lector, maneja las hojas que ofrecemos con dignidad, respeto y esmero, mantén tus dedos lejos de tan esmerados diseños, no te comportes como vil aficionado, aniquilarás lo costoso de nuestro esmerado arte (Figura 8).

En una selección de habilidades, los antiquarii, (Figura 9) quienes mas bellas caligrafías sabían, eran encargados de sus obras litúrgicas; los librarii o scriptores, serán novicios o monjes menos avezados, dedicados a las copias comunes; los rubricadores, miniaturistas o iluminadores, dotados de habilidades para pintar y diseñar, a su cargo se encomendaba la ornamentación de manuscritos. Nadie podía rehusar sus tareas, seria atrozmente castigado. También será privado de vinos y otros lujos, -quien sepa escribir, puede y no quiere ejecutarlo-. La regla del silencio era un estricto cumplimiento engañado con una ágil y secreta mímica o notas sarcásticas en los márgenes del pergamino, -pronto oscurecerá, líbrame de la escritura, venga un vaso de buen vino a mi lado, tengo frio, mis ojos se tornaron burdos y torpes-. Dudé si su labor era recompensa o castigo de un ecuánime o déspota abad[6].

El bibliotecario o jefe del scriptorium portaba un anillo que lo hacía distinto, distribuía entre los amanuenses, códices (Figura 10), qué sin lamentos, cada jornada habrán de copiar.

Los monjes mas viejos, ya enfermos o sabios, gozaban del privilegio de habitar celdas individuales, consagrados al estudio y la meditación. Sin profundizar en las muchas presiones de una despiadada inquisición centinela de publicaciones ofensivas o sus herejes. Si el comportamiento en el interior de monasterios era "In nomine domini", puedo imaginar en el exterior, de ambiente ateo, desordenado y vulgar, cómo sería tratado el desdichado escribano[7].
Milagrosamente, la genial imprenta (Figura 11) de un orfebre alemán, Johannes Gutenberg, conferiría el más preciado don a la humanidad, -la inmortalidad repetitiva en sus escritos-. El libro perdería exclusividad de pertenecer solo a la nobleza para ser accesible, sin dificultad en las ciudades europeas ante su inminente abaratamiento y rápida replicación de las obras. La figura del escriba o "amanuense" perduraría, entonces ocupado en asuntos legales y mercantiles. El aprendizaje universal y democrático de la escritura fue un lento proceder, en el siglo XIX se forjaron los cimientos de la futura educación ciudadana, aparecida en mitad del siglo XX, momento de la verdadera <alfabetización occidental>. La escritura obedeció en sus inicios a fines de exclusividad comercial.

Hubo secretos ocultos que tan solo la perseverancia investigadora, además de una sagaz ayuda del bibliófilo, desvelarían soberbios contenidos de utilidad a la humanidad:
Bajo las calles de Damasco[8], desde hace unos años, eruditos y amantes del conocimiento tratan de rescatar, en secreto, libros procedentes de edificios bombardeados por el gobierno y pro Assad, durante el asedio a Darayya. Se han recuperado actualmente 14.000 ejemplares dañados, mantenidos ocultos. Los lectores e investigadores han de esquivar balas y una violenta artillería pesada para disfrutar de aquella incomoda y desafiante documentación, antes formó parte de la Biblioteca Secreta de Siria.
En 1900, un monje taoísta, Wang Yuanlu, descubrió casualmente, una puerta oculta que conducía a una cámara llena de manuscritos de los siglos IV-XI, conocida como "La Gruta de los Mil Budas", localizada en el desierto chino de Gobi. Ante la indiferencia de sus autoridades fue el interés de extranjeros, quienes los hicieron renacer: descubierta por el explorador húngaro, Aurei Stein; posteriormente, estudiosos franceses, rusos y japoneses consiguieron gran parte de aquellos exquisitos textos.
Ahora es posible examinar el mapa de las estrellas mas antiguo del mundo, leer una oración hebrea escrita por un comerciante con detalles de viaje desde Babilonia a China, contratos de esclavos como deudas de impagos nos precisarán experiencias únicas en la ruta de la seda. Desde 1994, muchos manuscritos originales fueron digitalizados y pueden consultarse a través del Proyecto Internacional Dunhuang de la Biblioteca Británica.

Archivos secretos del Vaticano[9] (Figura 12) fundados en 1612, contienen correspondencias papales con mas de 1000 años de antigüedad. El papa León XIII permitió su primera visita a estudiosos, en 1881. Ahora, el Papa Francisco pretende agilizar el estudio a los
investigadores, su acceso se mantiene prohibido en la actualidad.
Consta de una oculta correspondencia entre el Vaticano y, Mozart, Erasmo, Carlomagno, Voltaire, Hitler y, una insistente petición de anulación matrimoniar de Enrique VIII con el rechazo por Clemente VII y la ruptura eclesiástica del monarca.

El decreto en 1521, por el cual el Papa León X excomulgó a Martín Lutero, una transcripción manual del juicio contra Galileo (Figura 13) por herejía y una carta de Miguel Ángel reclamando su pago de la deuda insatisfecha ante la creación de sus frescos en la Capilla Sixtina (Figura 14).

Otro enigmático hallazgo oculto y olvidado a destacar, localizado tras una pared de la sinagoga Ben Ezra en Fustat del Cairo viejo, contenía 280.000 fragmentos de manuscritos judíos, conocidos como Genizá[10] de El Cairo (Figura 15).
Según la ley judía aquellos escritos, con el nombre de Dios, no se podían tirar tras su desuso, se almacenarán en áreas de la sinagoga o en el cementerio hasta poder ser sagradamente enterrados.

Tales fragmentos revelan que los comerciantes judíos colaboraron con los cristianos y musulmanes. Además, prueban que esos hebreos fueron tratados más cortes y tolerantemente de lo supuesto y el antisemitismo fue menos común y frecuente en la sociedad de lo pensado y transmitido.
Entre los desechos reciclados por los encuadernadores se localizan 132 notas, cartas y recibos de un tribunal en la Región del Rin, consta de pequeños trozos de papel ocultos dentro de la encuadernación de un libro impreso, en 1577. La tecnología de rayos X es capaz de mostrar bajo la superficie de las pinturas y detectar las primeras etapas de la composición, delatan pues, la existencia de una biblioteca secreta medieval escondida en la biblioteca pública de igual época.
Nuestra historia, plagada de oscuros y lamentables sucesos donde guerras, fanatismos, intolerancias, censuras, meros caprichos o inculturas, causaron atroces estragos en el patrimonio artístico o cultural de la humanidad[11]. Desde infamias de piras de libros con exterminio de sus desdichados autores por un emperador chino, Qin Shi Huang (siglo III a.C) hasta la moderna destrucción de milenarios monumentos en Siria e Irak por extremistas de su Islám, provocando la descomunal amnesia en el planeta que hoy padecemos y nos asola.
Feroz y despiadada es la biblioclastía que detallaré:
La Biblioteca de Alejandría[12](Figura 16) poseía 20 mil royos de papiro, con pretensiones de reunir 500 mil. Constaba de un Museo y el Templo de Serapis. Los historiadores responsabilizaron al patriarca Teófilo del ataque a Serapis (391), con ayuda de una multitud crispada, monjes desquiciados asesinaron a Hypatia[13](415). En otra parte de la biblioteca se teoriza que fue Omar I quien la destruyera, razonando, que -si contenían doctrinas del Corán era repetitivo, de lo contario tampoco interesaba-.

En China (213 a.C), un grupo de eruditos intentó reunir todos los libros de Alejandría, Shi Huandi decidió requisar y quemar todo libro excepto, los temas de Agricultura, Medicina o Religión (Profecías) hubo 400 opositores enterrados vivos por ello, e igualmente, sometidas a diabólicas vejaciones sus familias.
El Auto de Fe en Granada (1500). Figura 17, obra de Francisco Jiménez de Cisneros, mediante una Orden pretendió, con severa radicalidad, la integración de una nueva cultura y la eliminación de
otra antigua, decidió la conversión de infieles quemando su libro sagrado, el Corán, pieza angular de su Islán. La rebelión de creyentes musulmanes fue neutralizada por tropas españolas en 1492.

Un fraile, Savonarola, justificó el triunfo francés sobre Italia como -obra del malestar de Dios-, e intentó sustituir el Carnaval Florentino por la fiesta de la Penitencia, persuadió a sus discípulos a requisar todo lo que inspirase a vanidad humana, el ritual fue conocido como "La Hoguera de las Vanidades" (1497) hostigó a la destrucción de libros de magia y cábala, clásicos de Ovidio, Catulo y Marcial, textos de Dante y poetas de cancioneros de amor y diálogos de Platón.
Fray Juan de Zumárraga, monje franciscano español, en 1530 hizo una hoguera con escritos e ídolos aztecas, su fanatismo le inspiraba ver al diablo por doquier, practicó exorcismos para analizar casos de brujería. Diego de Landa continuó aquella aterradora labor purificadora en nombre de Dios, incineró en el Auto de Mani 5000 ídolos y 27 códices Mayas antiguos; supervivieron 3 códices Mayas prehispánicos. Conocida como la mayor destrucción de códices Mayas y Aztecas de todos los siglos.
El Bibliocausto nazi[14] (1933) coordinado por Joseph Goebbels donde millones de textos fueron destruidos por el III Reich, (Figura 18) se destruyeron, según Jütte, 5.500 autores, La Comisión Cultural Judeo-europea precisó que redujeron a su cuarta parte las 469 colecciones de libros, en 1933.

En Argentina (1980) un millón y medio de volúmenes y folletos publicados por el Centro Editor de América Latina fueron rociados con nafta y prendidos fuego por Orden de un insensato y vanidoso Juez Federal de la Plata.
La Biblioteca Nacional de Bosnia y Herzegovina (Sarajevo, 1992) fue bombardeada con fuego de artillería, perdió casi dos millones de tomos. Los amantes del libro formaron una osada cadena humana para salvar algunos. Las llamas destruyeron manuscritos, obras de arte, ...se perdieron tesoros insustituibles.
En Baagdad (2013) atroces eventos destruyeron los principales centros culturales en Irak, (Figura 19) una oleada de saqueos desmanteló los edificios públicos y comercios de su ciudad. La multitud roció con combustible, postulado como detonante, el fósforo blanco, de procedencia militar. El fuego hizo presa a su Biblioteca Nacional, millones de obras únicas desaparecieron para siempre.

Un incendio sorprendió la Academia de la Ciencia que contenía 200.000 objetos del siglo XVIII y obras como Description de l`Égypte, reproducción de todos los amantes de Egipto desde su aparición, en 1809. Todos los archivos fuente del siglo XIX quedaron afectados, se perdieron miles de informes de investigación, desaparecieron sin copias previas que provocaron la retrocesión en los estudios de egiptología durante décadas. Fue una tragedia impune y advertida, previamente.
Mientras depuro y embellezco esta publicación, me sorprenden las últimas noticias. Informan de la quema de la Biblioteca Jagger[15], en Sudáfrica (Ciudad del Cabo), con 200 años de historia.
Respetemos la memoria del tiempo, nos será útil en incertidumbres de futuro.
"Lee. Soñarás, imaginarás,
fantasearás. Incrementarás dotes creativas"
(Día del libro 23 abril 2021)
Murcia 18 de abril de 2021
Dr. Cayetano F. J. Pérez Gómez
Profesor e investigador de UMU
Ciencias Sociosanitarias (F. Medicina)
[1] https://www3.uji.es/~ruiz/0903/Lects/HistoryOfWriting-TRAD.pdf (8/4/2021). https://lafabricadelibros.com/pdf/Historia.pdf (1/4/2021).
[2] https://www.redalyc.org/pdf/285/28590203.pdfhttps://gredos.usal.es/bitstream/handle/10366/79391/Evolucion_historica_de_la_escritura.pdf?sequen (2/4/2021).
[3] https://www.biblogtecarios.es/lauranovelle/historia-del-libro-iii-las-bibliotecas-en-la-edad-media/
[4] Tinteros en forma de cuerno para facilitar continuas cargas de tintas.
[5] https://cultura1y2turnotarde.files.wordpress.com/2014/04/origen-y-evoluc-escritura.pdf (28/4/2021).
[6] https://bibliotecavirtual.unl.edu.ar:8443/bitstream/handle/11185/4324/RU058_11_A009.pdf (20/4/21). https://books.google.es/books?id=moOWDwAAQBAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false
[7] https://historia.nationalgeographic.com.es/a/escritura-sus-origenes-hasta-actualidad_9460 (10/4/2021).
[8] https://www.theclinic.cl/2012/01/04/las-10-peores-quemas-de-libros-en-la-historia/ (2/4/2021).
[9] https://historia.nationalgeographic.com.es/a/archivo-secreto-vaticano-cuatro-siglos-historia_6013 (16/4/2021).
[10] Del hebreo esconderse.
[11]https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.703/ev.703.pdf (22/4/2021)
[12] https://historia.nationalgeographic.com.es/a/biblioteca-alejandria-destruccion-gran-centro-saber-antiguedad_8593 (22/4/2021).
[13] Hypatia de Alejandría, hija del filósofo Teón, logró grandes descubrimientos en literatura y ciencia. Destacó en los campos matemáticos y astrológicos. Su brutal asesinato simbolizó el paso del razonamiento clásico al oscurantismo medieval.
[14] https://historia.nationalgeographic.com.es/a/quema-libros-1933-por-parte-nazis_14235 (27/4/2021).
[15] https://www.abc.es/cultura/abci-incendio-destruye-varios-pisos-historica-biblioteca-jagger-ciudad-cabo-202104191101_noticia.html30/4/2021).