SI MAL ORDENA LO ADMINISTRADO SUFRIRÁ SUS FATÍDICOS DESAGRADOS

07.12.2018

Les contaré lo que puede acontecer si idiotez o insensatez se anteponen a la ciencia, se enfrentan y se cruzan a la vez. Para no divagar, bien nos valdría considerar el justo lugar a ocupar las vías que administrar, sus componentes deberán ser minuciosamente escudriñados para evitar altercados. Pues nadie reparará en ejercitar aquel ingenio que la sabia naturaleza nos acertó regalar, tan celosamente custodiado como olvidado. Más permítanme demostrar cómo y porqué deben analizar lo que se ha de medicar.

Para principiar, aquí la Rectal se considerará vía primordial, y colocada quedará de forma presidencial, su delicadeza y sensibilidad le confiere suma potestad; en breve, lo entenderá. La casualidad, el destino, el ambiente, más cien factores desconcertantes ayudarán a que un banal experimento fácil de tratar y pasajero, pueda por los aires saltar y hacer pasar un lamentable momento al sujeto señalado. Osaría predecir que llegaría a tal estado el descontento, que el desvalido y aquejado capaz sería de darlo todo por una pronta y eficaz iluminación al inaudito dislate presentado.

Alguien viajado, aleccionado por los desengaños, los infortunios y las tretas de antaño. Testigo presencial al ver derrumbar a un altanero y brabucón de los que ganaron su fama con el duelo, la milicia y los enredos. Fanfarrón y pendenciero, si bien antes batalló ahora regalaría sin rechistar aquellos retos de poder hasta de buen hacer y sin necesidad de pelear. Sepan de una vez y por su bien, que la indisposición atacará sin honor y por igual; sin distingo de clases, dineros ni remilgos. Carente de privilegios, flaquezas u oportunismos.

Más previamente, me complace introducirles en ambiente, detecto escalonadas generaciones latentes, y no todas tuvieron acceso a iguales modas, mismas normas, ni semejantes momentos. Hubo un tiempo en que el talento en la botica resolvía en su mayoría los entuertos. La industria andaba aún lejos imaginar, los galenos se contaban con los dedos y los escasos dineros..., esos... se esfumaban en malas tretas y otras cosas indiscretas, que por respeto a las damas aquí presentes y siendo como somos "tierra de empujar", ni decir me atrevo a pronunciar. Aunque, los ágiles, habrán logrado ya su adivinar.

Nunca desprecie una pizca de ciencia, quizá descargue las vagas conciencias y despierte su imaginación en la destreza de los enigmas de esta profesión, que inspirados en la Galénica y la Botánica, las leyes físicas y químicas que las gobiernan y la sagaz habilidad de la improvisación; burlando a la morgue hasta arruinar si es preciso el negocio al noble. Pues nuestra misión es investigar para adiestrar en el noble arte de sanar allá donde reina malestar: en esta disertación en particular, inhibiendo dolor e infección, sin que entre sus aquejados exista superposición.

Sino olvidaron por su uso abandonado, todo linimento resulta más liviano que un ungüento, lo que siempre facilitará la labor en su fricción, de ahí su elección. La composición de sus aceites y los bálsamos que lo representan ejercerán sobre la piel un efecto relajante, y por ello, en ocasiones, es usado cual calmante.

Sin dilación, profundicemos en las entrañas de la discusión, tales tópicos hacen fracasar al dolor osteomuscular acallando los lamentos del sujeto a ensayar. Su mecanismo de acción es fácil razonar, irritan, pican y dan calor hasta alcanzar una cierta sensación de bienestar, por su aumento del flujo sanguíneo en esa zona a tratar, más pronto todo cesará. Debemos precisar sus limitaciones a respetar, pues será de importancia vital conocer las precauciones a tener en tan abrupto menester. Sean prudentes y eviten las trazas en los instrumentos adyacentes, pues desconocen la que pueden organizar cuando los objetos que contacta permanecen untados y posteriormente utilizados en otros enfermos precisados.

En la presente situación un emisario presto llegó reclamando nuestra atención, pues el enfermo estaba ahora postrado, después huido y hasta la fecha, perdido. Sin saberse manejar en tan imprudente desatino:

-la garganta irritada está-, expreso el decrepito médico de la localidad, que para paliar su malestar unos dramáticos supositorios pensó recomendar. Extendió la receta al usuario y a la vez aleccionó:- dos al día, no lo olvide si por recuperarse apostaría.

Acéptenme una instructiva reflexión con su sugerente toque de atención, los "remedios de castigo" dícese de aquellos que irrumpen momentos placenteros, oscuros o decisivos del docto facultativo, más nunca serán recuperados, enmendados u olvidados; pero seguro mal vengados. El supositorio resultaría aquí lo acertado, atroz tormento, incómodo, despiadado, vengativo y temerario. Capaz de penetrar con toda legalidad en las profundidades de nuestro adversario.

Casualidades de ésta vida fuese que un intruso una pierna se torciese, cuando curioseaba tras su ventana a la atractiva y petulante vecina de la esquina, más la situación por azar del destino se unió sin precaución y culminó en tan curioso colofón: tras aplicar la candente preparación al miembro dañado, olvidó su operador el lavado de manos acostumbrado, además de otras prudentes maniobras de cuidado. Aquel espantoso y puntiagudo específico, pringado de capsaicina quedó, y cual obús a propulsión atravesó la cavidad rectal a modo de abrasivo proyectil militar en busca urgente de un objetivo a cubrir. Irritado quedó el sutil conducto intestinal. Su rápida absorción pronto tal calor generó que causó una brutal reacción en el recto del individuo en cuestión. Fugazmente, salió el desdichado de su aposento huido, exasperado, nervioso, congestionado, poseído, casi enloquecido..., buscado alivio al ardiente demonio despertado, y gritando, -Que me han hecho, me han matado y acaso el creador aún no se ha apiadado, si fuese esta mi condena hasta que el perdón se me conceda, lo llevo claro. Más ruego no se demore demasiado la moción, pues más me valdría morir ahora y de un tirón, en vez de este macabro retardo que por dentro me está abrasando, resultando un lento tormento y una cruel venganza sin redención.

Uno de los presentes acertó en su cavilación al preguntarse, ¿no está el arroyo del pueblo en esa misma ubicación?, entonces atinó el muy bribón en su decisión, sí sumergió las posaderas con igual premura que tesón, para así lograr desvanecer esa puñetera formulación. ¿Acaso no usaban en el pasado los loqueros las aguas y las corrientes para recuperar al doliente ante cualquier disfunción?, tal ardor acabará, si además los humos aplacara y el intelecto despertara. Con suerte, tiento y bendición, cualquier desatinado sacará buen provecho a ésta dócil exposición. Entonces, tal remedio no sería del todo un descabello, además a los boticarios la mañana seguro les alegrara.

Paciencia se ha de gastar con los despistados a tratar, y advertir una y mil aunque suene provinciano y cerril. "Sea cauto y prudente, compruebe lo recetado antes de asignar cualquier orden imaginado si el químico no lo dejó claro. O, nunca estará exento de sus funestos e impredecibles tormentos".

                       Murcia 1 de diciembre de 2018

                    Dr. Cayetano F. J. Pérez Gómez

                                            Proust